viernes, 18 de julio de 2008

Maldita Gripe (por Roger)

Con permiso de mi amigo Roger, desde el Peru, nos llega esta divertida historia, disfruten.

Maldita gripe


Maldita gripe. La detestable sensación de tener un corcho atrapado dentro de la nariz y de sentir la cabeza a punto de estallar son lo peor de todo. Y no sólo es la gripe. ¿Cómo demonios me metí en este embrollo? Parado en el alféizar de una ventana, a siete pisos de altura y desnudo, no me siento precisamente como el protagonista de una historia de acción o una comedia romántica. En realidad me siento terriblemente estúpido. Lo único que me falta es que venga algún pajarraco y me eche mierda en la cabeza. Sin moverme mucho –la verdad es que el miedo es un excelente mecanismo para adquirir destrezas no imaginadas– trato de estirar el cuello para ver lo que sucede al interior de la habitación. Consigo ver muy poco, las cortinas de color rosa pastel siguen cerradas y apenas diviso el extremo inferior de la cama. No alcanzo a verla. ¿Sigue ahí o habrá logrado convencer al troglodita para salir del cuarto? Cómo ese estúpido decida mirar debajo de la cama y encuentre mi ropa se va armar un lío de los gordos. “Rápido, es mi marido, sal por la ventana” me dijo, como si fuese muy sencillo salir por la ventana desde el séptimo piso del edificio. Debe dejar de ver televisión, ¡por Dios!, ¿Quién cree que soy? ¿Peter Parker?

Al menos tengo mi reloj puesto. Son las tres y cuarto de la mañana. A este paso no solo empeorará mi gripe sino que pronto alguien saldrá a la calle, se le ocurrirá levantar la vista, y verá a un potencial suicida, desnudo y tiritando de frío, y a la mierda con todo. No sé que será peor, la vergüenza de verme en TV y en los periódicos, la paliza que me puede dar el troglodita o regresar a casa y encontrar mi ropa tirada en la calle y a mi mujer adentro con el rodillo de amasar en las manos. Menudo dilema… ¡Un momento! ¡Mierdaaaa! Mi billetera está en mis pantalones. ¿Cómo regresaré a casa? ¿Caminando? Debí hacerle caso al Padre Gilberto, “aléjate del pecado de la carne hijo” me dijo. Claro que eso lo dijo antes de terminar preso por pedofilia, pero eso no le quita validez al consejo.

¿Qué es ese ruido? Diablos, alguien está saliendo por la ventana. A tomar por el culo, ya soy historia. Pero…, ¿Qué esta pasando acá? Es una anciana, la que por cierto casi se cae del susto al verme. “Qué es esto jovencito” –me pregunta, “¿Se quiere matar?”. Con la cara más inocente que pude improvisar le respondo: “¿Y quién es usted señora? ¿Es pariente de María?”. De pronto, entiendo todo. Siete pisos mas abajo veo claramente a la puta María, al puto troglodita y a mis putos pantalones, billetera, dinero y autoestima subir raudamente a un taxi, probablemente muertos de la risa. “Joven, ¿se va a matar”, insiste la vieja de mierda. Una ráfaga de viento helado me acaricia las pelotas y un tremendo estornudo me hace recordar que estamos en invierno y sigo enfermo. Maldita gripe.

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